

"El cine no es un arte de escolares, sino de iletrados, y la cultura fílmica no es análisis, es agitación de la mente. Las películas nacieron de las ferias de pueblo y de los circos, no del arte y del academicismo."
La siguiente secuencia pertenece a la película Vivir su vida (1962), del por entonces renovador, fresco y subversivo Jean-Luc Godard. Muchos repararéis (Si es que no lo sabíais ya antes) en que Quentin Tarantino homenajea este baile en su último chistecillo con atavio de película, Death Proof (2007).
No es difícil identificarse con Godard: ¿cómo no indagar con la cámara en el hipnotismo fotogénico de ese rostro, en un particular retrato oval cinematográfico?. Dejando fuera cualquier apreciación sobre la película (A los interesados les puedo recomendar varios artículos maravillosos), pasamos al vídeo.
Sin más preámbulos: ninguna de las tres premoniciones se cumplió.
A Steven Spielberg, tras exprimirse coco y dejarse el alma en esa sombría y nada autocomplaciente reflexión que es Munich, no es difícil imaginárlo frotándose las manos con euforia adolescente al reencontrarse, ya rozando la senectud, con su juguetito cinematográfico particular. Ha logrado con creces su propósito. La película respira desde el frenético prólogo el aroma del viejo cine de aventuras que Indiana Jones homenajea y parodia (¿Quién decía que ambas cosas eran la misma?). La energía del arranque promete una película a la altura del resto de la saga y consigue con creces ganarse un sitio junto a la trilogía.
La trama detectivesca desarrollada en Perú quizás sea la parte más floja de la película, no por falta de corrección en su artesanal ejecución sino por previsibilidad y sabor a deja vú.
Aparte de eso, han sabido encontrarle a Indy un nuevo acompañante a la altura, rodar unas escenas de acción memorables, escribir unos diálogos afilados y divertidos y, por tanto, hacer una película para mirarla boquiabierto y con ojos como platos, que nos recuerda que todavía hay directores que son capaces de hacer un cine masivo inteligente, magia de la evasión, capaz de robarle las pupilas a cualquier espectador, independientemente de la edad.
Así, nos encontramos con dos de las persecuciones mejor rodadas de los últimos años (Sobre todo, una que sucede en plena selva amazónica), sulfúricas sesiones de esgrima, saltos y caídas imposibles y, por si faltaba algo, hormigas carnívoras en evidente referencia a Cuando ruge la marabunta. Lo más insólito para mí, de todas maneras, fue volver a ver una pelea a puñetazo limpio, de esas que dejaron de estar de moda hace tanto tiempo, desde que en el cine de acción se ha decidido que todo duelo debe estar aderezado por supersaltos, patadas voladoras y todo tipo de florituras que, por el bien de mi aparato digestivo, mejor sería no comentar.
Y es que, huyendo de toda la tendencia contemporánea a la estética publicitaria y a la planificación de videoclip, Indiana Jones y ERDLCDC se presenta como un entretenimiento no sólo sano, sino necesario y reivindicable, recuperando esencias de un cine que demuestra que comercial y estúpido no son términos necesariamente indisolubles.
¿Ha cambiado algo respecto a las otras tres películas?. Sí, han pasado veinte años. Indiana Jones ya no es un mozuelo (Harrison Ford tampoco), algo que queda claro desde las primeras líneas de diálogo. En muchas escenas de acción su papel será secundario e incluso anecdótico.
Por otra parte, estamos en 1957: el enemigo de turno ya no es la Alemania nazi, sino la URSS. Y este cambio de época trae novedades: la paranoia anticomunista de la era McCarthy, la Guerra Fría, el secretismo con el que operaba el gobierno estadounidense y, por supuesto, la obsesión alienígena y las supuestas conspiraciones de dominación mental que el cine más apologético de aquélla época trataba de diseminar entre los ciudadanos.
En los primeros y masgitrales quince minutos, el film deja muy claro este cambio de época con todo lo que ello implica: pandilleros, un almacén militar en medio del desierto de Nevada, rusos,
pruebas nucleares...e incluso una nevera, ¡que para algo es Fría esta Guerra!.
Hay entretenimiento, hay escenas de acción tan espectaculares como ingeniosamente coreografiadas, hay humor de primera clase, hay autoparodia y homenajes... . Al final, la espera mereció la pena.
John Williams vuelve a componer la BSO de la película: la música sigue siendo casi plenamente narrativa, y acompaña bastante bien los puñetazos, patadas y saltos. Es posible señalar que recicla demasiados temas de En busca de el arca perdida y de La última cruzada, pero sería injusto no hablar de varios nuevos temas solventes y apropiados.
La fotografía del ya habitual para Spielberg Janusz Kaminski, sin resultar mediocre, sí es verdad que disneyfica un poco el look necesariamente poroso y envejecido de los filmes de Jones.
El guión de Koepp funciona muy bien, sobre todo a nivel de diálogos, aunque se le podría haber exigido alguna explicación más sobre algún punto finalmente oscuro de la trama, y un mayor desarrollo del personaje de Marion Ravenwood, cuya presencia es la única concesión injustificada a las anteriores películas, ya que su funcionalidad es la de ser un mero guiño.
Los intérpretes cumplen, especialmente un magnífico Harrison Ford con los pantalones caídos y ligeramente encorvado, que sabe comunicar los matices que ha adquirido su personaje, cada vez más profesor y menos aventurero, cada vez más temeroso y menos temerario. Asimismo, hay que aplaudir la memorable composición de una Cate Blanchett que dibuja en su rostro la mirada y la gestualidad de una villana más propia del comic que del cine, que también acaba siendo la mala más humanizada de la saga. Shia LaBeouf, tras su estrepitosa seudointerpretación en Transformers lleva más que correctamente su interpretación de motero macarra, a lo Marlon Brando en Salvaje.
Spielberg no ha decepcionado. Ha rodado con mano maestra un entretenimiento a lo grande. Cine de acción y aventuras del que se echaba de menos. No todos los días resucita un héroe tras veinte años muerto, pero, aún más importante, no todos los días resucita bien. Y es ese el gran logro: haber mantenido la esencia sin traicionarla a pesar del tiempo que ha pasado.
*Tengo el guión de Darabont en PDF. Si estáis interesados os lo envío al e-mail.