7 sept 2008

El horror, el horror (I): Sopor en Venecia

No le tengo una especial manía a Luchino Visconti, director italiano que navegó en su larga carrera cinematográfica entre el cine combativo (De corte marxista) hasta unas últimas películas, que giraban, muchas veces, en torno al mundo de la aristocracia y del arte. Pero si bien no le tengo la manía que puedo haber desarrollado hacia "creadores" como Jean-Luc Godard o Peter Greenaway, su última etapa me parece especialmente difícil de soportar.
Muerte en Venecia (1971), film sacralizado por la intelectualidad de todas las épocas, aplaudido por su infinita exquisitez, por su magistral dominio de lo grotesco, por sus hondas reflexiones sobre arte y vida, moral y decadencia, no me gusta. Y no es tan sólo por los inacabables planos secuencia que muestran la estática y casi fosilizada presencia aristocrática en una ciudad decadente y que alguna vez fue esplendorosa. No. No es sólo que en su primera parte la película me sea tan indigesta como comerse una tostada untada con plomo líquido. Es que me cae mal.
Me cae mal ese antipático protagonista y su irrisorio debate artístico-moral; me cae mal Visconti, intentando contagiar de intelectualismo cada plano interminable; me cae mal la forzadísima sensibilidad de la que presume la película; me cae mal el perpetuo postalismo; me cae mal su convencimiento de que está contando algo importante, trascendente y extraordinario pretendiendo fascinar a través de imágenes tras las cuales, sólo hay desolador vacío; me cae mal lo grotesca que puede llegar a ser; me caen mal los abundantísimos y redundantes zooms (Tan a la orden del día en el cine italiano de los ´70); me cae mal el afectado Dirk Bogarde; me cae mal, en fin, por lo enfática, reiterativa, intelectual e hipersensible que llega a ser.
Sólo los primeros planos, del barco llegando a Venecia, al ritmo de (eso sí) su hermosa banda sonora, me despiertan algún interés. Eso y poco más. Muerte en Venecia pretende una densidad que me lleva al sopor. Pero ojalá fuera un film aburrido: es, además, cargante e irritante. Y ha envejecido, técnicamente hablando, fatal, como ha ocurrido con tantos films de la última etapa del director.

1 comentario:

El rincón de Chiriveque dijo...

No estás solo, el propio Aguilucho dice lo siguiente "...de las menos conseguidas". (...) Ni la obviedad de su extraña estético-filosófica ni la abrumadora torpeza de su narrativa remite al autor de films tan sólidos como "Bellísima" y "Rocco y sus hermanos".

Un abrazo, amigo