17 jun 2008

En cartel (II): Morir de un mal aire

El incidente (2008), de M. Night Shyamalan

"-Yo estaba en la puerta, esperándolo. Lo vi venir por la carretera, moviendo todos los árboles, uno a uno, hasta que sacudió los árboles junto a la casa y al fin se encaminó hacia mí, ¡y le cerré la puerta en las narices!"
Fragmento de El viento, de Ray Bradbury.

Siempre que se escribe sobre el director hindú afincado en Estados Unidos Manoj Night Shyamalan, (En realidad, Manoj Nelliyattu Shyamalan) se dice lo mismo: que levanta tantas pasiones como odios, que crítica y público no hacen sino dividirse cada vez que estrena un film. Todo ello es cierto, pero a estas alturas, redundante. Por tanto, me limitaré estrictamente a mi opinión y dejaré de lado el manidísimo debate sobre las particularidades de su cine y por qué éstas siempre propician opiniones irreconciliables.

Desde que estrenó El sexto sentido (1999), por la que obtuvo reconocimiento y gran éxito comercial, el director se ha vuelto único patentador de un universo con obsesiones muy reconocibles. Sin duda, ha plasmado de forma personal e irremplazable esa sensación tan abstracta y común: el miedo, tanto el ingénito al ser humano como el propio de los tiempos que corren. Siempre comprometido con sus personajes, ha retratado con emoción y veracidad redenciones espirituales, hasta evidenciar, a partir de Señales (2002), ideas sugeridas anteriormente: una visión mística universal -aunque no religiosa, como él mismo ha desmentido- que se acerca a los planteamientos panteístas.

Más allá del complejo y retroalimentativo ideario de Shyamalan, lo que más me sorprende y fascina de este director es su capacidad de reinventarse, de arriesgar hasta el último átomo en cada película. Y si bien, El sexto sentido es un thriller de terror de base clásica, en El protegido (2000) narra un turbador drama familiar aderezado con reflexiones morales extraídas del universo del comic; en Señales (2002) -tal vez su película más débil, pero en conjunto nada desdeñable- cuenta una invasión extraterrestre que sirve de marco para una búsqueda de sentido en un mundo aleatorio y caótico; El bosque (2004) es una reflexión insólitamente poética, sobre el miedo y el amor, y el sacrificio que este último implica; en La joven del agua (2006) usa como molde el thriller fantástico para rodar una película que escapa a cualquier encasillamiento genérico, indudablemente su proyecto más personal -y ya es mucho decir-, un lírico cuento de hadas, cuya complejidad de elementos no impide que estos estén perfectamente interrelacionados.

Así pues, a pesar de trabajar con grandes presupuestos y bajo la sombra (cada día más ominosa) de Holywood, Shyamalan es un director con la clara intención de dejar una huella autoral en cada nuevo producto. Usa un suspense de legado hitchcockiano y una poética del miedo y la ausencia que recuerda a Jacques Torneur.

***



El incidente utiliza como abierta referencia el cine de Serie-B de los años 50-60 y Los pájaros (1963) de Alfred Hitchcock.
El director ha dado una nueva vuelta de tuerca a su filmografía, pero ya no es sólo que haya hecho una película que apabulla por lo impactantemente simple que es su argumento, sino que este salto al vacío sin red tiene doble mérito y merece, por tanto, una ración multiplicada de aplausos: y es que un cineasta tan caro a tramas clásicas complejamente desarrolladas, de pronto presenta un film que es todo lo contrario: una narración que no podía ser más antiargumental, lineal y llana.

El incidente puede verse y disfrutarse de dos maneras: como un simple y directo entretenimiento, remedo -aunque sin tópicos- del viejo cine de terror-B, tenso y entretenido hasta el último minuto; o también, si el espectador es curioso, puede optar además por mirar a través de los innumerables agujeritos que la película evidencia desde casi su primer minuto, y desencriptar los símbolos que esconden una sofisticada -que no complicada- reflexión, una nueva revisión de la mística del director, ésta vez con matices naturalistas.

Y es que El incidente no engaña: es desde el primer minuto una película de terror aderezada con un humor casi absurdo, que cuenta el viaje de una seudofamilia que, hablando literalmente, busca escapar de una catástrofe que destruye el mundo; pero que, en sentido figurado, es la historia de dos personas que huyen de los horrores del mundo contemporáneo, hasta que finalmente, encuentren su redención espiritual en pleno seno de la naturaleza. Otra vez desprende aroma místico, sólo que oculto en el reverso de sus tensos planos. La desconfianza hacia las religiones, el fracaso de las soluciones militaristas, la decadencia de la sociedad de consumo, la conspiparanoia estadounidense, el egoísmo y la ausencia de solidaridad con los desfavorecidos son ideas presentes en la película, en forma metafórica y simbólica (Recursos muy socorridos por Shyamalan), que se asientan con toda naturalidad y encuentran perfecta armonía con el resto de elementos.

El gran mérito, indudablemente, es haber hecho un film de terror despojado de los elementos teóricamente esenciales del género: sin monstruo, sin ambiente nocturno, sin sustos, sin asesino y, más allá de eso, sin trama. Es una película de terror desnuda de artificios: y es tan efectiva porque habla del Horror en sí mismo, sobre la esencia del miedo mismo. Basta con algo tan elemental como escuchar soplar el aire para sentir el advenimiento de la muerte. Ahí es donde reside la grandeza y la originalidad de Shyamalan, que busca una planificación deliberadamente minimalista, pero que consigue empapar cada plano de intriga por conocer qué deparará el momento inmediatamente posterior.

Quedan para la memoria varios suicidios brutales e inesperadamente explícitos, en los que el director vuelve a hacer alarde de usar de manera sobresaliente el fuera de campo y la elipsis (¿Qué diría Bresson sobre él si viviera?). Asimismo, hay varias secuencias en que la sensibilidad y el sentimentalismo del director se manifiestan sutilmente, a través de unos personajes definidos en apenas dos trazos, pero finalmente solventes y creibles, aunque sin llegar al grado de compenetración con el espectador de otros protagonistas que han poblado su obra.

En conclusión: cine para disfrutar, para pasar buen (mal) rato, y también, para pensar y desazonarse. Un film sencillo, pero con múltiples lecturas; comprometido y polémico; auténticamente arriesgado en su pretensión -conseguida, a mi parecer- de filmar el miedo en su forma más esencial, desnuda y primitiva. Otra pieza, en definitiva, tan turbadora como impecable de uno de los pocos auténticos renovadores del cine norteamericano actual.
Es una película de terror sin truco ni cartón, donde el monstruo -si podemos llamarlo así- no es sino el viento...¿o tal vez el ser humano?.

8 comentarios:

El rincón de Chiriveque dijo...

Creo que magnificas a ése director. El sexto sentido, la mejor valorada por la crítica, es un film curioso, sin duda, pero, tal y como lo fue "Los otros" de Amenábar no pasa de ser un pasatiempo novedoso y, eso sí, muy por encima de la media del cine actual hollywoodiense.

Fiodor M. Dostoievski dijo...

No creo que lo magnifique tanto. Y eso de que es la más manificada por la crítica...no es del todo cierto. Sí por la crítica más "oficial", pero en revistas como Cahiers du cinema o Miradas de cine han puesto por encima algunas de las más denostadas por los críticos.
No creo que haya comparación entre esa peli mediocre, Los otros y El sexto sentido excepto por el giro final.
Por cierto, no es la peli de él que más me gusta, pero también es cierto que mucha gente la infravalora por ese último golpe de efecto. Vamos a ver, tiene algunas de las escenas más turbadoras vistas en años: ese descubrimiento del niño de que, el centro donde él ahora estudia, antes servía para ahorcar gente.
Además, ahonda en los problemas de incomunicación y autoaceptación de una manera bastante más profunda de lo que se puede esperar de un simple pasatiempo.
Saludos.

Anónimo dijo...

Me has animado más a verla, la crítica lleva unos años atacando películas de Shyamalan que a mi luego resultaron gustándome bastante, es decir que esta no creo que me decepcione.
En definitiva, muy buena crítica, como siempre ;)
Nos vemos por el foro.

Dortheater.

Anónimo dijo...

chiriiveque pienso que has visto poco cine, no pongo en duda la creatividad de Amenabar pero Shyamalan tiene el cine en sus venas, es capaz de hacer pensar, horrorizarte, emocionarte y todo eso sin el toque pastelero que muchos otros directores utilizan para ganarse el pan de una manera a mi parecer "poco honrada"

Un director de cine de verdad no sucumbe a los encantos del exito.

Esta obra maestra tiene momentos magnificos que muy pocos directores saben plasmar, Shyamalan es, independientemente de el dinero y exito que tenga, un genio de la dirección.

Me callo ya

chimpum

Anónimo dijo...

Acabo de ver los pájaros después de haber visto la del Incidente y realmente es la primera una influencia notable sobre la segunda; en las dos el director deja que te imagines libremente el por qué de los extraños acontecimentos, porque existe un ejecutor pero no una razón visible, y el empeño de los directores es que el espectador piense el motivo, o al menos es así en Los pájaros, ya que el propio Hitchcock lo dijo. Algunos personajes de las pelis sacan conclusiones que son de ayuda para el razonamiento propio, y tal vez la que parece más certera se insinúa en las dos películas de manera discreta. Aparte de eso, durante la huída, en las dos películas los personajes cada vez se encierran más, en lugares más pequeños.

Anónimo dijo...

Buenos Días Mr.Vodca
Quería ver ésta película, ultimamente hay peliculas que me llaman la atención, pero como están tan caras en el cine y soy tan vago pues ni voy al cine ni me la bajo de internet jajaja pero espero verla pronto y asi poder entender mejor la crítica que haces sobre ella.

Un Saludo y Suerte



pd: te lo pongo en anónimo por que está tonto ésto y no me para de decir que la contraseña está mal

Cloud dijo...

Estoy de acuerdo con el autor del primer comentario en que magnificas demasiado a ese director, y en total desacuerdo con el tal Oscar para el cual, otro punto de vista supone automáticamente 'desconocimiento de cine'.

Fui a ver 'El Incidente' con el regustillo entre amargo e indiferente que me habían dejado las tres péliculas de Shyamalan que ya había visto: El sexto sentido, El bosque, y Señales. Aún así fui a verla, obviando la opinión que ya tenía semielaborada sobre su trabajo, con la esperanza de que ésta sería por fin 'la buena'; y volví entre nada impresionado y decepcionado. Algo que (en mucha mayor medida) me ocurrió con Zhang Yimou cuando fui a ver el bodrio apocalíptico de 'La maldición de la flor dorada', pues iba con la mala experiencia de 'Héroe' y la aún peor de 'La casa de las dagas voladoras'.

En cualquier caso, el problema que yo veo en Shyamalan es que casi siempre, el resultado final queda a mil leguas de las pretensiones iniciales. Lo peor es que cuando esto ocurre, lo hace de una forma tan evidente y descarada, que un servidor como espectador no puede más que mosquearse, y en parte, sentirse estafado. Eso fue lo que le ocurrió en la irritante 'El sexto sentido'. Me imagino al tio diciéndose: 'Que idea más interesante sería, que al final de todo, Bruce Willis no sea más que un fantasma' Sin duda, la idea es cojonuda, y aún los más simples se dejarían impresionar por ella, pero es que es del todo inverosímil. Y no me refiero a que nadie es capaz de ver muertos (lógicamente ¬¬), sencillamente no consigue hacernos creer (por lo menos a mí) que Bruce Willis, conviviendo con su mujer, no se diera cuenta que ocurría algo bastante extraño. La idea era buena, pero llevarla a cabo era arriesgado por lo que acabo de comentar (seguro que él lo sabía), y aún así la hizo. En mi opinión, este desprecio hacia los espectadores, resta mucho mérito a otras partes de la película ejemplarmente rodadas. Y con el Bosque, más de lo mismo. La idea de partida es soberbia, pero la ficción, al trasladarla al contexto, Shyamalan no consigue dotarla de una verosimilitud en mi opinión esencial, no sé si me explico.

Ahora bien, centrándome en El Incidente, el simplismo de su planteamiento lo libra de lidiar con los problemas que antes he comentado. La poética del miedo si bien, es magistral en ciertos pasajes (por citar algunos ejemplos, cuando el padre de la chiquilla llega al pueblo y ven a todos colgados, o la escena del suicidio de la señora que les cobija al final), pierde mucha intensidad en otros. Este último defectillo, yo lo achaco principalmente a dos cosas: en primer lugar una gran desigualdad de talento en la actuación (mientras que Mark Walhberg lo hace fabulosamente, su mujer no es capaz de transmitir las emociones que supuestamente sufre su personaje, y la niña es sencillamente irritante), y en segundo lugar, la escasa variedad de la banda sonora, que aunque contaba con temas muy propicios, llegaba a ser repetitiva.

En conclusión, El Incidente, aunque una pieza recomendable, entretenida e inolvidable; se queda muy por debajo de lo que podría esperarse de la potencia que ha ido ganando con los años (más de la que pueda merecerse) el nombre M.Night Shyamalan.

Anónimo dijo...

Yo creo que le debe muchísimo a "la noche de los muertos vivientes". En contenido son muy parecidas.